Cuando la inteligencia artificial se encuentra con la humana

Vivimos rodeados de pantallas, notificaciones y tecnologías que, muchas veces, parecen actuar en nuestro nombre. La inteligencia artificial dejó de ser un concepto futurista para convertirse en algo con lo que convivimos cada día, ya sea en nuestro móvil, en el trabajo o incluso en las decisiones más cotidianas.

Lo que antes solo veíamos en películas de ciencia ficción hoy se ha vuelto una realidad. Pero, ¿realmente sabemos cómo la inteligencia artificial está cambiando nuestras vidas? ¿Cómo está impactando en lo que hacemos, en lo que sentimos, en nuestra forma de trabajar?

Este artículo nace de una charla en la que ayer tuve la suerte de asistir en la Fundació Tàpies, en Barcelona, sobre las oportunidades que nos trae la inteligencia artificial. Un espacio en el que diferentes expertos compartieron sus perspectivas sobre cómo la IA puede ser una herramienta poderosa, pero también un desafío para todos nosotros.

La IA ya está aquí, ¿y ahora qué? y es que la IA es mucho más que tecnología. Es un tema que involucra emociones, creatividad y, sobre todo, decisiones humanas. Así que en este artículo, quiero compartirte lo que aprendí, lo que me hizo pensar y cómo podemos usar esta herramienta de la manera más efectiva para no perdernos en el camino.

Una introducción al potencial exponencial de la IA

La mesa redonda comenzó con una presentación a cargo de Jon Ander Beracochea, Chief Scientist de BBVA, que sirvió como marco para entender hasta qué punto ha evolucionado la inteligencia artificial en los últimos años. Desde 2019, el avance ha sido espectacular: mientras que los humanos responden correctamente al 34,5 % de las preguntas en determinados test de razonamiento, en 2019 modelos como GPT alcanzaban un 32,4 %. Hoy, los modelos más recientes responden correctamente al 92,3 % de esas mismas preguntas. Cada vez que se diseña un test más complejo, la máquina no solo es capaz de resolverlo, sino que lo hace con una capacidad que iguala o supera la humana.

Beracochea explicó además que la clave de esta evolución no radica únicamente en el tamaño del modelo o la cantidad de datos (lo que se conoce como las Leyes de Escalado, que predicen mejoras en rendimiento a medida que se incrementan parámetros, datos y potencia de cálculo), sino también en cómo interactuamos con el modelo. Por ejemplo, introducir instrucciones como “razona” o “resuelve paso a paso” en los prompts (las órdenes que damos a la IA) mejora notablemente la calidad de las respuestas. Este fenómeno es similar al comportamiento humano: cuando se nos anima a reflexionar o descomponer un problema, también solemos dar mejores respuestas.

La conclusión de Beracochea fue clara: “Merece la pena seguir”. Seguir de cerca los avances, los benchmarks, las aplicaciones reales y, sobre todo, experimentar con estas herramientas en nuestro propio día a día para entender su verdadero potencial.

El poder de las perspectivas: diversidad en la era de la IA

La charla en la Fundació Tàpies nos dejó claro algo muy importante: la inteligencia artificial no es un tema que solo le interese a los expertos en tecnología. Es un tema que involucra a todos, desde los empresarios hasta los artistas, desde los psicólogos hasta los chefs. Y, lo más relevante, cada uno de ellos tiene una visión única sobre cómo la IA impacta en su día a día.

En la mesa redonda, contábamos ponentes de la talla de Laura Rojas Marcos, doctora en psicología clínica, hasta Joan Roca, chef del famoso Celler de Can Roca. La combinación de expertos en distintos campos nos permitió ver cómo la IA no solo afecta a la tecnología, sino también a nuestro bienestar, creatividad y desarrollo humano.

«La inteligencia artificial nos genera una incomodidad natural. Nos provoca incertidumbre, sobre todo porque es una tecnología que estamos aprendiendo a manejar.»

LAURA ROJAS MARCOS

Laura Rojas Marcos destacó algo fundamental: la IA nos genera una incomodidad natural. Nos provoca incertidumbre, sobre todo porque es una tecnología que estamos aprendiendo a manejar. Pero en realidad, esta incomodidad es el primer paso para el cambio, algo que todos, como seres humanos, estamos genéticamente preparados para afrontar. La inteligencia artificial está aquí para ayudarnos, pero depende de nosotros cómo la utilizamos. Y esa es una de las claves: la herramienta debe complementarnos, no reemplazarnos.

Joan Roca compartió una visión profundamente humana y emocional sobre el papel de la inteligencia artificial en la cocina. Subrayó que «nuestro restaurante es un espacio de felicidad», y que quienes se dedican a la gastronomía tienen el privilegio de trabajar para hacer felices a los demás. En un contexto de transformación constante, reconoció que la IA puede generar escepticismo en un primer momento, pero que una vez se empieza a utilizar, se revela como una herramienta extraordinariamente útil.

Explicó cómo en su cocina emplean la IA para explorar, por ejemplo, la correspondencia molecular entre ingredientes, y argumentar científicamente por qué ciertas combinaciones, como rosas y lichis, pueden funcionar. Aun así, recalcó que la IA no puede reemplazar la experiencia sensorial, ni el proceso emocional de creación, prueba y perfeccionamiento de los platos. “Cocinar, en esencia, todavía no se puede crear con inteligencia artificial”, dijo, subrayando la importancia de preservar el componente emocional en la cocina y el papel insustituible del chef.

«Es importante no perder el sector primario y que la gente que trabaja en el campo lo pueda hacer con dignidad. Sino va ser difÍcil mantener la salud del planeta y de las personas independientemente de los avances de la ia.«

JOAN ROCA

Cerró su intervención con una reflexión clave: es fundamental no perder de vista el valor del sector primario. “Las personas que trabajan la tierra deben poder hacerlo con dignidad”, afirmó. Porque, más allá de los avances tecnológicos, sin una agricultura y ganadería sostenibles y humanas, “será muy difícil preservar la salud del planeta y de quienes lo habitamos”.

La inteligencia artificial no sustituye, ¡potencia!

Fue entonces cuando se sumó una visión distinta que amplió aún más el enfoque de la conversación. Xavier Llinares, director de Banca Comercial de BBVA en España, compartió la experiencia de su empresa con la IA. En BBVA, la integración de la inteligencia artificial en sus procesos ha permitido una mejora significativa en la eficiencia. Las operaciones que antes requerían varias horas de trabajo manual, ahora se hacen en minutos gracias a la automatización. Pero lo interesante aquí no es solo el tiempo ganado, sino lo que se puede hacer con ese tiempo extra.

Al igual que Joan Roca, Xavier Llinares subrayó que la IA nunca reemplazará el toque humano. Las interacciones con clientes, la confianza en los servicios financieros, y la atención personalizada siguen siendo cruciales. La IA no puede sustituir esa parte emocional, esa conexión que solo un ser humano puede generar.

«En lugar de desplazar a las personas, la IA las libera de las tareas repetitivas y les permite centrarse en lo que realmente importa: la creatividad, la innovación y la interacción con el cliente.«

XAVIER LLINARES

Es como tener un copiloto que te ayuda a gestionar los datos, a hacer análisis, a encontrar patrones. Pero tú sigues siendo el piloto, el que decide la dirección a tomar. Y en ese proceso de decisión, el valor humano no tiene sustituto.

La idea de liberar tiempo para lo que realmente importa me dejó pensando. En un mundo donde estamos tan sobrecargados, la IA puede ser nuestra aliada para reconectar con lo esencial. Ya no se trata de buscar herramientas que lo hagan todo por nosotros, sino de encontrar las que nos ayuden a concentrarnos en lo que realmente nos mueve: nuestras pasiones, nuestras relaciones y nuestros proyectos más personales.

El reto de no perder lo humano en el camino

Es cierto, la IA está aquí para ayudarnos, pero también trae consigo el reto de no perder lo más importante: lo humano. Como Laura Rojas Marcos destacó en la charla, el miedo al cambio no es solo miedo a lo desconocido, sino a lo que podemos perder. El miedo a ser reemplazados por máquinas, a perder la esencia de lo que nos hace humanos. Pero, como ella misma sugirió, lo importante es afrontar este miedo con actitud de innovación y creatividad.

El miedo es natural, pero en lugar de paralizarnos, puede ser una señal de que estamos listos para adaptarnos. Es un reto emocionante, porque nos obliga a ser más conscientes de cómo usamos la tecnología. La IA, cuando se maneja de forma adecuada, puede ser una herramienta que nos ayuda a ser más humanos, a enfocarnos en lo que realmente importa.

En un momento especialmente revelador de la mesa redonda, Joan Roca fue preguntado sobre cómo trasladan al equipo la importancia de adaptarse a los cambios, especialmente en un entorno tan exigente como el gastronómico.

Compartió que en El Celler de Can Roca cuentan con un equipo multidisciplinar que va mucho más allá de cocineros y camareros: postreros —como le gusta llamarse a su hermano Jordi—, un botánico que recorre la zona del mediterráneo, un biólogo, e incluso una psicóloga, cuyo rol es cuidar el bienestar tanto del equipo como de los comensales. Esto les permite recuperar recetarios antiguos y transformarlos en propuestas contemporáneas, con sensibilidad y conocimiento. La inteligencia artificial se incorpora como herramienta para hacer más impactante la experiencia —por ejemplo, mediante unas gafas que aumentan la percepción al probar un bombón de cacao—, pero es el factor humano el que sigue marcando la diferencia. Roca recordó que no hay animal más peligroso que una persona con hambre en un restaurante, aludiendo a la complejidad de gestionar las emociones de los clientes.

Por eso, conocer los ritmos culturales —como el de un comensal alemán que puede preferir una comida lenta y pausada, frente al nerviosismo ante la espera de muchos españoles— también forma parte del trabajo emocional del restaurante. “Nosotros pasamos por las mesas cuando han terminado. Salimos porque estamos seguros de que lo que hacemos está bien. Si no, no saldríamos”, afirmó con la humildad y la convicción de quien entiende que la experiencia gastronómica empieza en la cocina, pero se completa en la relación con las personas.

Adaptarse y crecer: la clave está en la actitud

Uno de los puntos más potentes de la charla fue la reflexión de Oriol Alba, Secretario General de la CECOT, sobre cómo la innovación no viene solo de las máquinas, sino de nuestra actitud frente a ellas. La clave para adaptarnos a la era de la inteligencia artificial no está en ser pasivos ni resistirnos al cambio, sino en encontrar las personas dentro de nuestras empresas que puedan ser las agentes de este cambio.

La innovación nace de la actitud y la productividad; no aparece si te quedas sentado esperando. Hay que identificar cuál es el corazón de tu negocio, detectar a esas personas dentro del equipo que pueden impulsar el cambio, liberarles tiempo y plantearles retos: que busquen, que investiguen en su sector. Y, por supuesto, apostar por la formación continua, porque lo que aprendemos hoy puede quedar obsoleto mañana.”

ORIOL ALBA

Este punto es clave porque, aunque la tecnología puede mejorar muchos aspectos de nuestras vidas y trabajos, si no tenemos una actitud proactiva y dispuesta al aprendizaje constante, podemos quedarnos atrás. En lugar de ser un obstáculo, la IA puede ser la puerta hacia un futuro más eficiente, más creativo y, sobre todo, más humano.

Un futuro en el que la inteligencia artificial y la humanidad coexisten

Al terminar la charla en la Fundació Tàpies, nos quedamos con una reflexión profunda: la inteligencia artificial no está aquí para reemplazarnos, sino para ayudarnos a hacer lo que mejor sabemos hacer como seres humanos: crear, conectar, y aportar valor. La IA es solo una herramienta, pero el verdadero poder reside en nosotros: en nuestra capacidad de adaptarnos, de aprender, de innovar.

La clave está en usar la IA de manera ética y reflexiva. Necesitamos aprender a usarla de forma que nos beneficie como individuos y como sociedad, sin perder de vista lo que realmente nos hace humanos. La tecnología está avanzando a pasos agigantados, y nosotros debemos seguir el ritmo con actitud de adaptación y creatividad.

En este contexto, las oportunidades que se abren ante nosotros son infinitas. En lugar de temerle, debemos abrazar la IA como un aliado que nos ayuda a crear un futuro más eficiente, más creativo y, sobre todo, más humano.

A nivel personal…

Me quedo con una idea clara tras esta charla: la inteligencia artificial es una herramienta poderosa que ha llegado para simplificarnos la vida, especialmente en un momento en el que estamos dedicando mucho de nuestro tiempo a tareas repetitivas y a la gestión de información. Pero quiero recalcar algo importante: la IA no reemplaza la creatividad ni la intuición humana, esas son cualidades que siguen siendo esenciales y que la IA nunca podrá replicar.

Lo que la inteligencia artificial nos ofrece es tiempo: tiempo que podemos usar para hacer lo que realmente importa, para centrarnos en lo que nos apasiona y nos hace únicos. Es un empujón para que podamos dedicarnos a lo que de verdad marca la diferencia, mientras dejamos que la IA se encargue de esas tareas más repetitivas o que requieren una gran cantidad de tiempo.

Y, claro, es importante añadir que este artículo ha sido creado con la ayuda de la inteligencia artificial 🙂, pero también con mis apuntes y reflexiones personales que surgieron durante la charla en la Fundació Tàpies. La IA no lo hace todo por sí sola, es una herramienta que potencia nuestras ideas y las pone en acción, pero la humanidad y el enfoque personal siguen siendo los elementos que marcan la diferencia.


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